Nació en Francia hacia 1661, en una época en que a las mujeres se les prohibía casi todo… menos amar en silencio y obedecer en público. Pero Anne no obedecía. Ya viuda dos veces, fue deportada a la isla de La Tortuga —el nido de piratas más temido del Caribe—, donde su carácter desafiante la convirtió rápidamente en una figura singular.

 Cuenta la leyenda que un día, tras ser insultada por el temible Laurens de Graaf, lo retó a duelo. Laurens, que no acostumbraba a contenerse, quedó tan impresionado por su valor que decidió casarse con ella en lugar de batirse en duelo. Desde entonces navegaron juntos, y Anne participó en asaltos y abordajes con la misma fiereza que cualquier corsario.

 Se dice que combatió en la célebre toma de Veracruz en 1683, donde Laurens y su tripulación, con ella a bordo, asaltaron la ciudad, capturaron rehenes de alto rango y la sometieron a semanas de saqueo. Anne no se quedó atrás: mandaba, disparaba, daba órdenes, y algunos cronistas aseguran que los prisioneros la temían más que al propio de Graaf.

También participó en la campaña contra Campeche, y fue señalada en varios informes españoles como “la mujer francesa que lucha entre los hombres”. No era una pasajera. Era pirata.

Anne tuvo hijos con Laurens y siguió combatiendo cuando él desapareció del mapa. Mujer, corsaria, madre, estratega y leyenda. Su historia ha sido contada en Francia, en América y en muchas novelas.

Y sin embargo…

Muy pocas personas saben que antes de Anne, hubo otra mujer. Una mujer real. Olvidada. Canaria.

Su nombre fue Petronila de Guzmán, y su historia no la contaron los libros de piratería, porque no empuñó el sable. Pero vivió en el mismo epicentro del huracán, en Tenerife, junto a Laurens de Graaf cuando aún era un artillero de la corona española. Lo amó, lo casó, y fue abandonada cuando él eligió el camino del mar y a la mujer que le devolvía los desafíos con pólvora en los ojos.

Petronila fue hija de Juan Cristóbal de Guzmán, apodado “el Griego”, un personaje respetado en Tenerife. Laurens se convirtió al catolicismo para casarse con ella, y durante un tiempo, fue parte de nuestra tierra. Parte de nuestra historia.

Y esa historia, aún no se ha contado como merece.