Manuel Alacid, cuyo nombre es ficticio, es el propietario del Mesón, la taberna más concurrida de la bahía de Cádiz a principios del siglo XVIII. Situada estratégicamente tras el estrecho callejón del Duende y a solo dos calles de la fuente de las Galeras, el Mesón se erigía como un epicentro de la vida social y comercial de la ciudad. Este establecimiento no solo era un punto de encuentro para comerciantes y viajeros recién llegados del Nuevo Mundo, sino también para rufianes, oficiales del ejército español y francés, y toda clase de personajes que confluían en Cádiz durante la Guerra de Sucesión española.

En “Comprar el Cielo”, el Mesón se describe como un lugar que ofrecía más que comidas y bebidas; disponía de habitaciones en el segundo piso, situadas sobre un patio interior que servía de caballerizas para los clientes. Esto lo convertía en un punto clave para el descanso y la interacción social, donde los visitantes podían degustar lo mejor de la cocina andaluza, fusionada con nuevas especias y productos traídos del Nuevo Mundo, acompañados de buenos tragos de aguardiente y jerez.

Manuel desempeñaba un papel crucial al actuar como enlace entre navegantes extranjeros y comerciantes locales, aprovechando cada oportunidad para sacar beneficio. Su posición estratégica y habilidad para conectar ambas partes transformaron al Mesón en un centro de operaciones comerciales de la ciudad.

Según la leyenda popular, el Callejón del Duende, la estrecha y sinuosa vía que conectaba la salida del foso del antiguo circo romano con la calle del Mesón, se caracterizaba por sus esquinas curvas, diseñadas para combatir el fuerte viento de la bahía. Este callejón, el más estrecho de Cádiz, fue frecuentado por contrabandistas, quienes difundieron rumores de lamentos fantasmales para mantener alejados a los vecinos y proteger sus operaciones clandestinas.

Una leyenda particular cuenta que durante la invasión napoleónica a España, un capitán francés se enamoró de una hermosa gaditana. Al principio, ella simuló interés para liberar a su novio preso, pero eventualmente se rindió ante los encantos del capitán. La pareja fue vista con frecuencia en el callejón, y ambos fueron condenados por los patriotas debido a su traición. Se dice que, en la madrugada del Día de los Difuntos, se escuchan los lamentos de los enamorados en el Callejón del Duende.

La Posada del Mesón, descrita por tudestino.es, es uno de los edificios históricos más emblemáticos de Cádiz. Una pequeña parte del Teatro Romano está integrada en este edificio del siglo XVII, que se organiza en torno a un patio con grandes arcos rebajados sobre pilares en el primer cuerpo y galerías de madera en el segundo. Las dependencias bajas se destinaban a caballerizas y las altas, a alojar huéspedes. Aunque actualmente está abandonado y en ruinas, su importancia histórica permanece.

El Mesón fue frecuentado por oficiales franceses, marineros de toda índole, contrabandistas e incluso parte de la tripulación del Saint Joseph, quienes seguramente pasaron tiempo allí durante su estancia en el puerto de Santa María. Debido a su relevancia histórica, la calle donde estaba ubicada esta emblemática taberna se ha nombrado Calle El Mesón, ubicada junto al Teatro Romano, justo donde termina el Callejón del Duende. Aquí es donde Jacinto busca a Ricardo Hora, marcando un punto de encuentro clave en la narrativa y reflejando la intrincada red de conexiones y secretos en la vida de la Cádiz del siglo XVIII.