Collins es una pieza fundamental en la vida de a bordo del Saint Joseph, desempeñando el vital rol de vigía. Este personaje ficticio, de origen irlandés y católico, destaca no solo por alertar de cualquier peligro en puerto enemigo, sino también por la percepción del capitán Webster, quien lo considera más culto que la mayoría de la tripulación. Collins es un vigilante incansable en sus noches, siempre atento a cualquier peligro con su hacha de acero afilado. Aunque sus intentos de cantar canciones folclóricas irlandesas pueden desentonar, su genuino entusiasmo y camaradería le otorgan un lugar especial entre sus compañeros.
Una de las relaciones más notables en la historia es la que desarrolla con Sean, el joven hijo del comerciante irlandés Ricardo Hora. Collins, asumiendo el rol de mentor, guía a Sean en su adaptación a la vida marinera, enseñándole tanto las tareas propias del mar como la importancia de la camaradería y los códigos de honor que rigen entre los marineros. Esta amistad se convierte en una de las conexiones más genuinas y significativas durante la travesía del Saint Joseph.
Por otro lado, Jacinto, otro miembro de la tripulación, aunque no tuvo amistades cercanas, se ganó el respeto de los marineros irlandeses, especialmente de Collins, quien se convierte en uno de sus más fervientes admiradores. Collins también es conocido por su carácter enamoradizo, aunque nunca se apega demasiado a nadie, manteniendo vínculos con amigas en varias tabernas a lo largo del río Liffey en Dublín. Su paso por la Casa de Contratación es una oportunidad para adquirir perlas, que lleva de vuelta a Irlanda como recuerdos para sus amadas, reflejando su deseo de preservar una conexión con sus aventuras en España.