El Endemoniado, personaje ficticio, fue el cuidador principal de los animales en la Posada El Cuervo durante los primeros años del siglo XVIII. Su profundo conocimiento sobre el comportamiento animal y su experiencia en el cuidado de equinos y ganado lo convirtieron en un pilar fundamental de la posada. Su habilidad para interpretar las señales de los animales era excepcional, lo que le permitía anticipar sus necesidades y responder de manera efectiva. Empleaba técnicas tradicionales de cuidado animal, como la observación detallada de su comportamiento y la administración de remedios herbales. Los caballos eran alimentados con avena, cebada y heno de la mejor calidad, mientras que los animales de carga, como mulas y bueyes, recibían forraje más fibroso.
El pasado del Endemoniado estaba envuelto en misterio, lo que añadía una capa de intriga a su figura. Se decía que había llegado a la posada hacía muchos años, huyendo de un pasado turbulento y sin revelar nunca sus orígenes. Algunos aseguraban haberlo visto en compañía de lobos en los bosques cercanos, lo que alimentaba los rumores sobre una posible conexión con la naturaleza salvaje. Sin embargo, su dedicación a los animales era incuestionable, y su presencia tranquilizadora calmaba incluso a las criaturas más asustadizas.
A pesar de su apariencia desaliñada y su tendencia a la soledad, había desarrollado una relación especial con los animales bajo su cuidado. A menudo se le veía susurrando palabras suaves a los caballos mientras los cepillaba, o examinando atentamente a una mula enferma. Su conocimiento de las hierbas medicinales era extenso, y creó una serie de remedios caseros altamente efectivos para tratar dolencias comunes de los animales.
Su figura enigmática dio lugar a numerosas leyendas y supersticiones entre los viajeros que frecuentaban la posada. Algunos lo consideraban un sabio curandero, mientras que otros lo veían como una figura oscura, de la que era mejor mantener las distancias por temor a contagiarse de su supuesto hechizo.