Juan Antonio Moermans, posiblemente nacido en La Laguna y de origen holandés, se estableció como una figura notable en Tenerife desde finales del siglo XVII. Su vida y actividades, documentadas en diversos registros, destacan su influencia social y económica. Moermans se vinculó a la élite local y participó en eventos significativos de la época, reflejando su integración y prominencia en la sociedad de La Laguna.
Moermans aparece en numerosos documentos de La Laguna, incluyendo su rol como padrino de hijos de figuras destacadas. En 1701, fue padrino de Juan Francisco, hijo del cónsul Pedro Mustelier y de doña Inés Bigot de Guzmán. En 1700, ya con el rango de capitán, apadrinó a Juan, hijo de Gaspar Sánchez Tapia y de Leonor Bello de Armas. En 1705, fue padrino de Juan José Bernardo, hijo del capitán Juan García del Castillo y de doña María Josefa Costero. Estos registros muestran su posición respetada en la comunidad, al igual que sus conexiones con las familias más influyentes de la isla.
Además, se destacó por sus actividades comerciales, incluyendo la compra de esclavos. En 1707, adquirió un esclavo mulato de unos 14 o 15 años llamado Claudio, en una transacción con el capitán Lope de Mesa y Asoca, regidor de la isla. Esta compra refleja su capacidad económica, y muestra que por aquel entonces, el comercio de esclavos formaba parte de la dinámica económica de la época.
La influencia de Moermans también se extendió al ámbito legal. Durante el juicio de Pablo Montañés, un fraile agustino natural de Los Silos en Tenerife acusado de judaizar, Moermans se presentó como testigo clave. Montañés había servido como sacerdote en Flandes y en Ámsterdam, donde se convirtió al judaísmo. Juan Antonio, quien conoció a Montañés en Bruselas, fue llamado a testificar ante la Inquisición. En su declaración, describió a Montañés y su familia como “Buena Gente”, una expresión que se volvió emblemática en la sociedad del momento, subrayando que no provenían de origen converso y defendiendo la reputación cristiana de la familia Pérez Montañés. Este detalle recalca su posición como un testigo de buena reputación y confiabilidad en los juicios de la época. (Artículo publicado en el diario ABC- 15 de Marzo de 2017).
En abril de 1712, Juan Antonio Moermans se adjudicó el barco Saint Joseph durante una subasta en Santa Cruz de Tenerife, lo cual subraya su participación activa en el comercio marítimo y su capacidad para invertir en grandes empresas comerciales. Es fundamental aclarar que el Saint Joseph fue capturado por Amaro Pargo y no confiscado por la Corona Española, como algunas fuentes equivocadamente sugieren. El barco, que contaba con un pasaporte real y no era enemigo de Inglaterra, no fue requerido por la Corona para la Armada Real, contradiciendo algunas afirmaciones previas que indicaban que el rey había confiscado el barco por necesidad de naves para la Armada. Este hallazgo, que se detalla en el libro Comprar el Cielo, desmiente tales conclusiones y deja en claro la verdadera disposición del Saint Joseph. Tras la subasta, no se conocen registros del destino posterior del barco, y no hay evidencia de que regresara de Europa ni de que estuviera involucrado en alguna transacción comercial conocida, dejando un misterio en torno a su historia después de la subasta.
..Representación en la Pintura de Nuestra Señora del Socorro
La figura de Juan Antonio Moermans también se encuentra representada en un cuadro de 1740 en la iglesia de Nuestra Señora del Socorro, en Los Realejos. La obra retrata la escena del entierro de Santo Domingo y, aunque toma su composición de un cuadro similar que se conserva en la iglesia del antiguo convento dominico en La Orotava, la versión de La Laguna integra un elevado número de retratos y enfatiza el sentido narrativo. La pintura es un auténtico cuadro de familia, en el que varones notables de la época, incluyendo conventuales, asisten a un evento del pasado que tuvo lugar en Bolonia tras la muerte de Santo Domingo el 8 de agosto de 1221. Gracias al memorialista Anchieta, se conocen las identidades de estos personajes. Moermans es identificado como el caballero en el centro que porta una insignia nobiliaria. A su derecha se encuentra Juan Pedro Dujardin, y a la izquierda, Guillermo Sebastián Van de Heede, caracterizado por su “cara más blanca y flaca”. Entre los frailes representados, se distingue a fray Juan Lezur, fray Juan Gutiérrez, fray Ángel con su “cara encendida” y fray Pedro con la “cara muy llena”. Esta representación en la pintura no solo atestigua la relevancia de Moermans, sino también su integración visual en los registros artísticos y culturales de Tenerife.
Juan Antonio Moermans es un ejemplo claro de cómo los inmigrantes europeos, y sus descendientes, pudieron integrarse y prosperar en las sociedades coloniales españolas, siendo La Laguna, uno de los enclaves más importantes del momento para establecer lazos comerciales. Su papel como padrino de hijos de familias influyentes, su involucramiento en transacciones comerciales significativas como la compra de esclavos, y su participación en procesos legales de alto perfil, reflejan su posición prominente en La Laguna. Además, su testimonio en el juicio de Pablo Montañés, su participación en la compra del Saint Joseph, y su representación en la pintura de Nuestra Señora del Socorro subrayan su influencia y capacidad para moldear percepciones en la sociedad canaria del siglo XVIII.
Haim Beinart fue un destacado historiador israelí, conocido por su especialización en la historia de los judíos sefardíes, particularmente en la península ibérica. Nacido en 1917 en Pskov, Rusia, Beinart emigró a Israel en 1937, donde se formó en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Su principal foco de investigación fue la expulsión de los judíos de España en 1492 y los juicios de la Inquisición, temas sobre los que publicó varias obras fundamentales, incluyendo The Expulsion of the Jews from Spain y Records of the Trials of the Spanish Inquisition in Ciudad Real.
Beinart realizó viajes por España para profundizar en la historia de las comunidades judías antes de la expulsión y fue un miembro muy respetado en círculos académicos tanto en Israel como en España. Su contribución al campo de los estudios sefardíes fue ampliamente reconocida, y recibió premios importantes, como el Premio Israel en 1991 y un doctorado honorario por la Universidad Complutense de Madrid.
Además de su trabajo académico, Beinart fue profesor en la Universidad Hebrea de Jerusalén y miembro de la Academia de Ciencias y Humanidades de Israel. Su legado sigue siendo crucial para el estudio de la diáspora judía y la historia de los sefardíes.